Los años no llegan solos.

 
Es un decir, pero de alguna manera esta frase de cajón es cierta. No hace mucho tiempo que en medio de las circunstancias difíciles por la que ha pasado el autor de estas lineas, se sentía bien. Es más sentía que la vida era plácida a pesar de los percances económicos por la que atravesamos los colombianos, aunque en el ambiente existía algo molesto que pudiera dañar el entorno en el que  estaba. Digamos más bien que acababa de llegar a un sector de la ciudad que le depararía varias sorpresas, como lo fueron un atraco  y otras vicisitudes que lo trastornarían lamentablemente, y que  lo mantuvieron en zozobra, y sumado a otro que había tenido hacía poco en otro sitio de la ciudad  en que la vida y salud se le fueron yendo, y que le recordaban situaciones vividas en Bogotá. Es más, ha creído que ha sido parte de una extraña conspiración como si la vida no valiera nada para supuestas autoridades, y en la que el cerebro divagó en otras situaciones peores a estas, donde el peligro ha merodeado como si fuera un delincuente, fustigado por supuestos personajes de ley que a toda costa lo quisieron acabar usando a delincuentes de calles, o más bien pudieron ser de esas vigilancias privadas que merodean haciendo favores a otros. ¿Se imagina a una persona de bien, pensando en semejantes canalladas? ¿A quién le cabe ésto en la cabeza?
 
Algunos dirán que esto le pasa a los que andan mal de la cabeza, y los cual más dirán que es producto de las idioteces de una persona apabullada por el vicio que frecuenta, y porque dentro de sus proyectos de vida, no ha  tenido ninguno.  Y sin embargo el que lo cuenta es muy diferente a lo que creen los demás, y ha estado convencido que alguna autoridad de familia, o particular, lo ha estado persiguiendo y hostigando con algún fin premeditado, que puede ser un negocio de familia o de familias, que algo tuvieron que ver  con una posible herencia o marca de familia, que ha merodeado en el transcurso de los años con el fin de mantenerlo así, hasta su muerte. Y claro que los que no saben acerca de estas circunstancias, lo ven como una persona rara y extraña por las medidas que ha tomado con sus precauciones sicológicas ante la cantidad de hechos  ocurridos a su alrededor, y en cierta medida obedecen a la paranoia que le han impuesto a pesar de la prudencia con que maneja su entorno personal, o incluso con los pocos amigos que tiene, o de los que puedan quedar después de todos estos años en que lo han mantenido en suspenso y en espera, porque detrás de cada uno de ellos ve alguna conspiración, pues desde muy niño y joven lo vivió en circunstancias que terminó ofendido, lo mismo que  hacen los brujos que se sacian con sus víctimas, mientras supuestas autoridades venales lo tratan de llevar a la locura o la muerte.

Y así ha continuado la vida en esas divagaciones en las que ha sido constreñido y utilizado por cuenta de personajes siniestros que solo al final de los años los ha estado entendiendo. Son los caifaces de turno que se prestan a cualquier cosa, incluso hasta matar de un susto. Esa es la desgracia, la peor desgracia que le pueda suceder alguien que ni siquiera tiene derecho a vivir o morir tranquilo, porque siempre hay un entrometido que a toda costa quiere ganarse algo, y que de alguna manera buscan la forma de aprovecharse en donde hasta las enfermedades que han llegado a través de los años pareciera que no tuvieran cura porque en el devenir cotidiano de sus últimos días algo inesperado sucede para que algún exámen no se haga, una cita medica con algún especialista no resulte como la quiere, una medicina formulada se la entregan apocada en esas confusiones que le han creado, y así sus sueños de vivir una vida digna no se los merezca porque todo parece un complot como si supuestas autoridades fueran cómplices, o actuaran en contubernio con facinerosos que lo rodearon, en donde las amistades no existen, y el cual más espera qué algo malo le suceda. En fin son muchas complicidades en donde más de uno ha buscado molestar en su vida, y va entendiendo la hipocresía de una sociedad que así valora la vida ajena, que incluso es como si le desearan lo peor. Por qué no su misma muerte, a cuenta de un extraño enredo de familia y de la cual el autor ha andado enajenado de sí mismo. ¿Interés, cuánto valés.
- ¿Y cuándo se muere, papá?
 
Un pregunta al estilo paisa.
- Todavía no, les digo. Es posible que más tarde, para que descansen.
 
Y así, la vida se nos va yendo, en medio de las vicisitudes de una atención médica. Una llamada frecuente todos los días que fastidian, por que cuando contesta, cuelgan y cuando este les repite la llamada, una contestadora le informa que dicha linea todavía no está activada, y supone que a algunos le incomoda su presencia, o por qué no, hay alguien que está enamorado porque en el sector abundan las pesquisas como si con la sola presencia les incomodara por vivir allí. O porque les duele las verdades que dice y que ha estado contando todos estos años de años. Puede ser eso. Las verdades duelen, y a algunos les duele más.

Desgraciadamente, así son nuestros imaginarios. Muy rufianescos, por cierto. 

Compre nuestros libros dando clic en cada uno. Prioritario: Historia Básica del Tolima


.