El pais de mitómanos

 

Se imagina que Ud. diga algo en una tienda, y enseguida todo mundo sepa, en medio de esas vigilancias que nadie lo creería. En un país de mitomanos todo puede suceder. Vea, para que me entienda. ¿Ha conocido periodistas? A veces los ve en periódicos que los felicitan por estar cumpliendo años. Y claro que todos tenemos nuestras historias que contar. A veces son mentiras pifias, pero estos vigilantes, o se las creen, o se las están pifiando. Llega a vivir a un vecindario, y resulta que se acuerda de otro tiempos en que tuvo amigos y conocidos, y se encuentra con que es un pobre diablo a donde hay otros que como enamorados van echando cuentos creíbles acerca de Ud. Sí, un país de mitómanos. Y hasta oye como le dicen por el solo hecho de vivir a donde viva en medio de una pesadilla de más de 60 años, Es más parece que estuvieran fraguando sus propias historias, para tener otras, y hacerlas creíbles como en esos sueños de ellos, en donde sueñan y resultan en otros sueños que ni ellos se imaginaban, porque ya están elucubrando para hacerlos realidad. Entre pobrezas hay muchos que sueñan con riquezas y creen que con sus chismes pudieran conseguir más de los que otros no han conseguido. Digamos que no son vigilancias tan privadas. En una tienda le dice a una paisana una historia, porque se ha dado cuenta de que en verdad existe una ojeriza de años. Se acuerda de Borges que sin haber recibido un premio nobel muchos han creído que se lo debieron dar en vida. Y no solo por esto, sino que entre sus relatos hay uno que sueña, y el que sueña es un sueño. Así es la literatura. Así son estos. De un sueño crean otros sueños y hasta ellos mismo se las creen. En un país como el nuestro, las historias acerca de otros son muchas. Si los viera, lo están vigilando en las calles y como marionetas Ud, cuenta la historia sucedida a un presidente que entre otras cosas fue real, y luego de verse con el periodista donde le cuenta que todavía no entiende por qué le han sucedido cosas extrañas en su vida desde niño, y que además como todos necesita sobrevivir en este país de pelagatos y vendidos, que lo conecte con algún personaje importante, y claro que lo dice también en tono amigable y de broma porque sabe que también es un mitómano desde que regresó a su ciudad natal, ya que se le aparece donde menos piensa. ¿Ha oído hablar de las mentiras piadosas? Como cuando le dicen que la canasta familiar no va a subir, y eso es vox popolis en todas partes, y sin embargo  sabemos que no es cierto. Ud. lo intima porque sabe que es un mentiroso, porque igual que muchos amigos que conoció de joven, hijos en su mayoría de imaginarios que son capaces de vender hasta el mismo Jesucristo, que si sus padres vivieran les darían un regaño por actuar así, a no ser que hayan recibido malos ejemplos de estos. Le cuenta su próximo proyecto que no es otro más que el de vender sus sueños. Una cosa es que venda sus sueños, y otra es que trate de vender un edificio público. Hace años hubo mucha gente que pescaba incautos, que hasta el edificio Avianca, el primer semi rascacielos que tuvo Colombia, antes de incendiarse, lo vendían al mejor postor. Así es la vida. Cuando a Ud. le crean esa paranoia mediante teatros en las calles o en el vecindario de manera descarada, se come la historia de que lo están siguiendo, y entonces como en el caso de este periodista, le dice que puede ser por una herencia oculta o de algún familiar cercano, pues durante estos últimos seis meses, y todos estos años de vivir en esta ciudad ha descubierto supuestos amigos que tuvo, y que le han mostrado sus muelazas, y hasta dé politica le han hablado, para comprobar después que todo era una farsa, la misma que él les ha mostrado, al fin y al cabo también es un imaginario que elucubra sueños. Un país de mitómanos, eso somos. Y uno se vuelve así, a cuenta de estos fulanos que hablan entre dientes y los escucha a muchos metros de distancia. Es como si mediante el bluetooth estuvieran pendientes de lo que dice, y como si todos fueran de los mismos pelambres que "El Embrujado" nos contó en otros tiempos, acerca de cómo cuando iba a recargar un celular de claro oscuro, al llegar el mensaje de de texto de haber recibido esta, siempre le llegaba con una etiqueta de html de una página web a medias. >mayor que, o menor que<, en donde siempre le enviaban un segundo mensaje personalizado por debajo de cuerda. Un mensaje, de esos con amenazas sibilinas o de divertimiento a costas suyas, que siempre acostumbran hacer, Es más, una vez hizo una recarga por allá en "El Simón Bolívar, y la empleada lo engañó. Le robó la recarga, lo mismo que hizo otro en el San Pedro Alejandrino recién llegado de otras tierras. Y como lo creían loco, quién les iba a creer que se pegaban de nada. Solo por verlo hacer gestos de rabia, o de miedo, y ellos risueños. Así a punta de sustos le provocaron problemas de tensión alta desde hace años. Es como si tuviera un enemigo oculto desde que nació. Así son estos personajes, y no lo parecen. Y sí de pronto, después de este breve dialogo con el periodista, entra a una tienda, y lo primero que ve delante de todos los contertulios es un espectáculo que le recuerda la historia contada del presidente, y entonces otros pasan en una moto y le dicen cállese bocón. Y todo porque lo contó en aquel negocio cuando dijo que en medio de dicho teatro, le estaban recordando aquella vieja historia sucedida a un presidente que contó otro imaginario. De película papá. Si no me cree, no importa. Al fin y al cabo, estas son historias para contar de otros que fabulan a costillas de otros, en un país que vive de estas para que unos ganen con sus vigilancias, y otros disfruten de ellas con el cuento de que en este país puede mucho más la ficción que la realidad. Y en algo tenía razón García Márquez el que  nos hizo creer el cuento de Remedios la Bella en Cien Años de Soledad cuando subió en cuerpo y alma al cielo.