Historias no creíbles

En países como el nuestro con historias que nos parecen increíbles, que cuando las escuchamos de quienes las han vivido, son un milagro por haberlas soportado una y otra vez durante años. Aunque parezcan mentiras, podemos equipararlos a los cuentos fantásticos de Edgar Allan Poe, sin que lo sean. Digamos más bien que son historias reales enmarcadas en rumores y aparentes trampas hechas por particulares, pero creadas en medio de esos caminos tortuosos en que la realidad nos lleva a ambientes hostiles con conocidos de años y delincuentes callejeros, en un país marcado por esas vigilancias que terminan confundidas con las autoridades policiales. Se enreda sin saber por qué, en acusar a los vecinos a los que parece deberles algo, aprovechándose de esas debilidades humanas en los que llaman mal prójimo a cualquiera,  en medio de provocaciones que saben hacer muy sutiles y disfrazadas, para hacer creer a los demás de que es mala gente. Se burlan de él en su cara, actuando de mala fe. Recién llegado a vivir a algún lugar, se encuentra con personajes que distinguió en otros tiempos y que le envían mensajes sibilinos y siniestros, y en los que algunos viejos amigos fingen no saber nada de él, mientras se dedican a recordar lo que  hizo o no  de joven en medio de situaciones personales y familiares para confundirlo,  y a quien muchos días antes le habían advertido en otro barrio lejano que allí iba a ser atracado. Como ni siquiera entiende de qué se trata, lo acosan e insultan, aprovechando que tiene algunas deudas. Unos ladrones le roban el celular que acaba de comprar a crédito, en la esquina de donde él vive, y así sucesivamentee arman un infierno en la cabeza que le provoca desajustes sicológicos más de los que tiene, y obedeciendo a una trama que tiene desde hace años de años con el acoso frecuente, que cualquiera que lo saluda o le diga algo,  lo toma a mal, y asi pierde el control consigo mismo, y se desespera por todo lo que sucede, y cuando ya está marcado con el robo que le hicieron, y a cuenta del frecuente cobro por las deudas, lo distraen con llamadas de desconocidos preguntando por algún  fulano que no conoce, o por alguna otra cuestión  baladí,  y en la que le hacen creer que lo van a volver a atracar hasta casi enloquecerlo mediante artimañas en las calles y con vecinos acusiosos, haciendo creer que lo están persiguiendo, mientras preparan su estocada final, que no es otra cosa, si no la muerte. En medio de la burla de los presentes que también han participado con otros planes de provocaciones. Es como si fuera un complot de policía fraguado entre particulares. Y así, la vida transcurre sin aparentes signos de cambiar porque los instigadores continúan con su brega como si alguien lo tuviera en la mira desde antes de nacer para que otros lo defenestren. Esos son los imaginarios de un país, que se aferran  a lo pasado, sin entender las transformaciones sociales y políticas que al día de hoy tenemos, más el cambio climático y la destrucción de la flora y fauna sivestre que no dan espera para que sigamos viviendo como antes lo hicimos.