El otro

A veces como en esas historias que he contado y por todo lo que le pasó en estos días a uno de mis personajes, en la que Ud. No es el que es, si no otro. Están confundidos, eso creo. Nadie se equivoca porque sí, ni menos que aparenten lo que no son. Ya lo escribí en unos de mis cuentos basados en la historia que me contó dicho personaje, y en otros sitios de la web, y que me recuerdan una vieja película de Alain Delón sobre el otro señor Klein, y también  a una vieja amiga con la que fuimos a ver una película de cuyo nombre no me acuerdo sucedida en los tiempos de las guerras medievales en la que hay una suplantación tal y como sucede ahora con las cuentas falsas en las redes sociales donde el heredero que todos creían no lo era hasta que se inicia un juicio legal hasta comprobar que no lo era y el verdadero nunca se supo de él. Era un impostor. Y resultó suplantando una vieja herencia que no le pertenecía. Si. La vimos con aquella amiga de esos tiempos hace casi 50 años en el teatro Lux de Bogotá  precisamente al frente de La Plazoleta de las Nieves, en un cinema que hubo y que conocía algunos personajes ya mayores de edad  de otros países, y entre ellos muy posiblemente hebreos de otras nacionalidades, de los que luego supe por la historia de Bogotá los pudo conocer  entre las calles 16 y 22 pero no tantos como los según cuentan hubo en unos tiempos en el barrio de las Cruces,  y algo que lo impactó a raíz de sus vivencias personales, a donde hizo unos cursos con unos profesores de la Aduana en el mismo sector aledaño, mientras estudiaba derecho en la Universidad Libre con otra compañera de estudios en ambas instituciones en esa calle angosta que hay al lado de la Iglesia llegando casi a la carrera quinta o sexta en donde pasaron días también muy alegres estudiando y disfrutando algunas veces de la vida en esas tabernas y discotecas que había sobre la avenida 19 porque  con su historia que contó también me impresionó. Estaba esclava con su propia familia porque era hija adoptiva de un prestamista de una prendería que había sobre la carrera décima por los lados de Sanvictorino entre novena y décima, y conmigo segun el personaje se extasiaba  contando lo suyo como si fuera una niña secuestrada por los que presumían ser sus padres, y un hermanastro que no la quería, y quien si era hijo de sangre de sus padres, a pesar que sabia que era adoptada y contaba los abusos de su familia que la querían como sirviente. Como en el segundo año de derecho nunca más volvió  a saber de ella, más otros amigos que aparecieron en la misma Universidad contando historias de escritores que se referian a legados ocultos, y que reclamaron sus derechos y los disfrutaron con sus historias ganando más plata con sus novelas llevadas al cine sobre su vida como lo fue la  del Gran Gatsby de  F. Scott Fitzgerald, y que lo entusiasmaron para que la leyera. Extrañas coincidencias en un mismo año y muy cercanas a otras más truculentas por otras que vivió en esos tiempos, y que a la vuelta de los años con lo que el personaje imaginario que les vengo contando, y que se apareció en Venezuela en el Gran Café ubicado en Sabana Grande de la ciudad de Caracas donde el dueño escribió una novela de aventuras de su escape de una cárcel en la Guayana francesa. Henri Charriere, que escribió la historia de su vida mientras regentaba ese café y más conocido como Papillón. Si por sus vivencias le hacen creer que no es él, si no otro. Y no lo entendía porque así lo había vivido desde que tenia uso de razón y con los amigos que siempre se le acercaron que sabían más de élde lo él sabía de si mismo. Era otro. La saga de Klein cuyo personaje lo representa Alain Delón, una película muy famosa basada en las vivencias de los europeos en la época de las guerras mundiales y sus persecuciones a los judíos que termina descubriendo que hay otro cuya vida se parece a la de él y se encuentra con que otro lo está suplantando, y que este un prestamista que les quitaba en esa época de persecuciones cuadros y joyas a los que acudían en su auxilio, decidió  averiguar él mismo porque teniendo dinero y fortuna resultó que alguien se aprovechaba, y ya en esa época de las confrontaciones de  Europa la Gendarmería francesa lo tenía entre ojos sin saber porqué.  Ni le creía. Fue a buscarlo y se encontró con que vivía  en sitios de pobres y lo único que supo por su mujer, le dio la intuición que había tomado un tren, y cuando se dio cuenta al distinguir su sombra de lejos por un sombrero que llevaba puesto en donde intuía que era el otro Klein, y sin distinguir su rostro, y por ultimo se dio cuenta que había entrado en el mismo vagón a donde llevaban a su último viaje a los judíos, los alemanes.

Si, uno es el que es, pero resulta que Ud. es otro para otros. Asi le ha pasado a este personaje a todos los sitios donde va llegando y lo confundfn con otro, que hasta en la  ogota de ese entonces e incluso hace poco segun parece en la 37 con quinta cuando iba a vender las pocas bizuterias ld gritaban desde sendos carros que era un un subversivo, y ya con los años en el mismo sector le gritaban que era un ladrón donde fueron creando en la medida que pasaba el tiempo más enemigos como si alguien desde lo alto lo quisiera enredar, como si lo quisieran matar a punta de sustos que a veces le hablaban tan cerca como si las paredes hablaran, y en donde lo amenazaban.